CONTADOR VISITAS

martes, 10 de junio de 2008





Oscar Santiago Bricchetto

Algunos investigadores distancian el objeto de conocimiento y el método utilizado, de sus propias experiencias; otros, hasta confunden sus vidas con la obra realizada. Creo que este es mi caso. Trabajaba con la técnica de grupo operativo, recordarán por alguna clase escuchada, que entré en la Escuela en el año 1966, se llamaba Escuela de Psiquiatría y eran dos grupos. Ese año un gobierno militar había intervenido la Universidad y en el mes de mayo Pichón abrió un segundo grupo porque la carrera de psicología corría peligro de no poder continuar, entonces él nos dijo; vengan a la Escuela. Asistí en todos estos años, a la transformación de la psiquiatría en psiquiatría social, de la psiquiatría social a la psicología social, y a este enorme desarrollo que vino después. En ese entonces trabajaba con la técnica de grupo operativo en psicología social, en la Escuela, y en clínica. Mis padres me habían enseñado, cuando alguna vez te pregunten, ¿quién quiere?, vos pegá un salto y después escucha qué es lo que te ofrecen, porque para rechazar la oferta siempre hay tiempo. Y un día Rita, la secretaria de la Escuela de Psiquiatría, hizo esa pregunta, yo era alumno de 2º año, y ahí pegué un salto y dije ¡yo! . Después me enteré que era para hacer la tarea de observar al grupo de Samuel Bass, psicoanalista lacaniano que ha hecho sus propios desarrollos, y que en ese entonces era coordinador en 1 º año. Luego me recibí de psicólogo, terminé la Escuela y seguí dando clases aquí. Trabajaba con técnica verbal, grupo operativo, y observábamos por cierto el cuerpo con sus códigos y mensajes, pero no hacíamos ningún otro tipo de intervención más que apuntar al significado de las latencias y de lo manifiesto que los grupos transmitían. Paralelamente me formaba como psicólogo clínico y empecé una tarea de psicoterapeuta con distintos profesionales.
También trabajaba en el campo social, no solo en la Escuela, sino en el interior, fui siempre de viajar mucho por todo el país. Viajes que hacíamos con Ana y con otros a Neuquén, General Roca, Río Gallegos. Siempre con un instrumento privilegiado, como es el grupo operativo ,el grupo centrado en la tarea, y con intervenciones como el señalamiento, la interpretación y la construcción. También viajé en una época muy convulsionada a Córdoba, y con algunos docentes muy activos de la Escuela. A la vez me fui formando en psicodrama, con varios psicodramatistas como Martinez Bouquet, Frilesky y en la Asociación Argentina de Psicodrama, trabajé con varios de ellos. Hubo una experiencia que por una compañera de ese momento Gabriela Horishnik pude hacer, y que fue definitoria en mi tarea posterior: un primer viaje al Esalen Institute que está en California, EEUU, donde se aplicaban recursos y técnicas de distintas procedencias.
Esta experiencia, después se repitió en dos oportunidades más, se trabaja allí durante todo el día, desde las 5 de la mañana, con técnicas de lo más variadas, desde el yoga, trabajo corporal, grupos de encuentros, psicodanza, gestalt. Uno tenía la posibilidad de interactuar con muchos maestros en el sistema de residencia: se compartían almuerzos, meriendas y se podía producir un intercambio muy interesante. Debo reconocer que díó respuesta a muchas de mis inquietudes. Al volver el interés fue mucho más fuerte en el interior y en la provincia de Buenos Aires, y no tanto aquí entre nosotros, en la propia Escuela. Por eso le agradezco a Clarisa esta posibilidad de conexión y de contacto con ustedes. Unos años después, junto a mi formación sobre la base del ECRO, del psicodrama y de las técnicas de acción, hubo un viaje a Resistencia, Chaco, y un deseo de mi parte, de ver más. Fue lo que organizó mucho de lo que después hice. En ese momento cambié el concepto de unidad de tarea, que hasta ahí era: existente, interpretación, emergente (como se pude encontrar en todos los textos de Pichón) por el de existente, intervención, emergente. Las palabras a veces son una mera circunstancia, pero a veces reflejan un cambio muy profundo. Yo quise ampliar el campo del psicólogo social, que no solamente interpretaba, y en ese momento me estaba alejando de la interpretación, psicoanalítica, exclusivamente verbal, para encontrar un repertorio de recursos que recién en es momento se abrían para mí. La carrera que ustedes cursan, poco tiene que ver con lo que nosotros hacíamos en esa época, e intervenir, como operar, copensar, etc, no incluía otros recursos.
Empezaban a llegar a Buenos Aires muchas cosas de la eutonía, del trabajo corporal, de la bioenergética, de la psicología de W. Reich, yo mismo fui paciente en vegetoterapia junto con Juan Amador, de Franco Dragotto con otros psicólogos de Buenos Aires. Además de la palabra como acción, pensábamos que había un trabajo en lo que Pichón decía de las áreas uno, dos y tres. No era conveniente tal fractura y distanciamiento, entre lo que una persona piensa y siente, ni poner el pensamiento en la cabeza como si fuera el soporte, por eso escuchaba, dándole una base biológica. Podemos tener un buen cerebro con todo el desarrollo, y no llegar al pensamiento, y tampoco colocando el corazón como la base de las emociones. Para aproximarnos, a una concepción del ser humano como una unidad que en esa época, (los 70) estaba muy teorizada, pero cuando uno hacía una experiencia terapéutica, el terapeuta, o danzaba, o solicitaba movimientos corporales, o trataban de hacer una unión entre lo que le pasaba al cuerpo, y lo que se verbalizaban.
Les estaba contando que el viaje a Resistencia, Chaco, fue muy importante para mí. Me convocan desde una escuela diferencial, a unos 30 kms, de Resistencia. Me vienen a buscar, yo estaba trabajando con un grupo de trabajadoras sociales, y había sido convocado para coordinar la técnica de grupo operativo. Ya el viaje en avión tuvo sus características, porque la semana anterior, el vuelo que salía de Resistencia, se cayó y murieron todos los pasajeros. Viajaba, haciéndome el valiente, pero con mucho miedo, y cuando el avión llegó, recién respiré. Estaba en una situación de exigencia personal. Esto generó en mí como una actitud de prevención, de inquietud interior, de pregunta, pero al mismo tiempo haciéndome cargo. Bueno, empezamos el trabajo, en esta escuela diferencial, donde estaban todos, maestros, profesores y psicólogos. Había una gran convocatoria, eran casi 20 personas. Se empiezan a desplegar escenas y situaciones. Ellos decían que el existente era de desinterés, desinfle de la experiencia, tanto que les llamaba la atención. Problemas de trabajos, desacuerdos profundos, incomunicación, ciertas emociones violentas, y al mismo tiempo mucho control de los sentimientos de manera inconciente por supuesto. Pichón hubiera dicho; que la defensa que el grupo utilizaba, era lo que él llamaba-la defensa cínica: que consiste en la negación de sentimientos peligrosos.
Vimos el terma de las enfermedades, del contagio, ya que había en la institución enfermedades de las más variadas. El temor al contagio, solía expresarse como rechazo hacia los alumnos. En ese momento empiezan a mostrar mayor confianza hacia mí, eran como que me estaban probando y se estaban probando ellos. Empezaron discusiones muy fuertes que parecían irreconciliables. La reunión comenzó a eso de las 4 de la tarde, y en ese momento empezaba el atardecer. Yo estoy sentado contra una pared, detrás de mí una ventana, y enfrente una mampara donde se ubicaban las 20 personas en círculo. Veo ese atardecer con un cielo semi rojizo, esos cielos característicos del campo, con una hermosa puesta de sol. Los integrantes del grupo comenzaron a hacer bromas, si me quedaba en la Escuela, si iba a pasar la noche allí, si no tenía miedo al contagio de las enfermedades diversas que mostraban los alumnos, incluso la locura. Sentí paralización, terror, y que algo acechaba y circundaba alrededor del lugar donde estábamos. Mi interpretación en es momento fue miedo al ataque. Les digo: “siento algo muy raro, una sensación extraña como que alquien ronda este lugar”. La gente de campo lo sabe, y Borges lo tomó en uno de sus escritos que dice “hay un momento de la tarde, en que el aire se vuelve diáfano, y los pájaros dejan de cantar, y pareciera que en un segundo la naturaleza se detuviera, y en ese momento es cuando empieza el atardecer”. El grupo comienza a reírse a carcajadas, ahora entiendo menos y les pido que me aclaren. Alguien dice: “el tigre chaqueño anda por ahí”. El efecto sobre mí, y sobre el grupo fue de distensión, comprensión sobre lo que nos unía, qué y quiénes eran el peligro. Fue aclarándose en el diálogo posterior, pero la escena era, muerte en el momento de salir de ese lugar de seguridad, y por eso muerte en el momento de salir al campo. Todo esto no lo conté nunca, es la primera vez, y es para ustedes, por eso me habían hecho la broma de sí me quedaba a dormir, porque si me hacía cargo de esa situación, como iba a salir al campo.
“Muerte en el momento de irse”, de ahí en más, gran comunicación, muy fluida, desde esta experiencia me empecé a preguntar, ¿qué lugar ocupan los mitos como trasfondo cultural?, cosa que yo no trabajaba hasta ese momento. Era otro elemento de las policausalidad, tenía que agregarlo a las series complementarias, el principio de policausalidad y de pluralidad fenoménica, etc. Es decir algo que se acercaba más a la antropología social, que a lo que hasta ese momento habíamos trabajado. ¿Pero cómo me daba vueltas permanentemente?, ¿se podía expresar con palabras una experiencia tan intensa?, aunque no cabían dudas de la eficacia de la conexión, a pesar de que me cuestionaba el esquema conceptual, el tener que incorporar elementos míticos, leyendas, tradiciones, narraciones sociales me motivó a incluir estos fenómenos en la mirada de lo grupal. Y no puedo hoy, ir a ninguna comunidad, ni urbana ni rural, sin tener en cuenta eso, necesito saber cómo se desenvuelven en esa comunidad, cómo son sus veredas, dónde se junta la gente, donde está el teatro, donde está la iglesia. La otra vez en Santa Rosa fui a ver la catedral, a la que le hicieron unas reformas para mí horrorosas. La arquitectura religiosa también expresa un intento de cambio, pero que no modifica nada, se ven como fracturas.
No cabía dudas que había una eficacia, una conexión imprescindible, con un elemento de lo real, que no negaba nada de lo que veníamos trabajando, pero que agregaba una dimensión que llamaríamos latente. Si a los mismos grupos sociales les transmitímos, en una investigación sobre dificultades o potencialidades, debemos llegar al mito fundante de esta comunidad, pero además, al mito actuante. No sé cuál es el que compartimos en este barrio de Boedo, es mucho más difícil leer los mitos urbanos, que los mitos rurales, porque aquellos son de tal naturaleza, que los enfrentamos y los podemos visualizar con más facilidad… porque no nos son tan cotidianos. Otros como el mito de las vacaciones, de las ollas populares, el de la comida, el de la impunidad política, el de la invulnerabilidad de los responsables de ciertas situaciones, y muchos más tienen una enorme conexión con niveles políticos, ideológicos, etc.
Las leyendas, los mitos son un organizador de ciertas comunidades. A veces esa conexión era conocida y otras veces no; no eran una simple analogía, término a término, sino que tenía mucho más que ver con aquellas cosas que uno decía en el juego: dale que subimos la pared, dale que nos trepamos al limonero, o, ¿me das una mano?. Creo que tiene una implicación enorme en la construcción del modelo teórico, porque voy a una comunidad y también les digo, ¿dale que compartimos?. ¿me das una mano?, y me dicen ¿ pero es en serio?. Y es real que necesito tener una mano como sostén para que el otro se apoye, y armar una escena que va desde el psicólogo social a los integrantes de una comunidad y viceversa.
No era una latencia que compartían ni una interacción consciente o que se mantenía en forma latente. A veces se establece una comunicación de inconsciente a inconsciente, aunque las versiones más agudas me suceden cuando no me propongo llegar de manera consiente al mito fundante de una comunidad, cuando me entrego a los juegos que me proponen, inspirando confianza y disponibilidad.
Es así como en Corrientes por ejemplo, después de varios días de trabajo, con desconfianza porque era alguien que venía de Buenos Aires, un domingo a la mañana me dicen, ¿profesor, no querría venir a comer dorado?, sí dije inmediatamente, porque además que me encanta, era eso lo mejor que me podían dar, como metáfora alimentaria.
En otros lugares, sin la fuerza de esta experiencia del Chaco, surgieron escenas familiares, entre hermanos, edípicas, porque yo había cambiado el lugar de la mirada, y detrás de las escenas que el grupo generaba, veía que se daban escenas como en capas de cebolla, de mayor profundidad, de más regresivas a menos regresivas, de las más reveladoras formas de interacción, del mundo interno. Además siempre aparecían escenas de los sistemas de producción. No solo económica sino de los sistemas de producción cognitivos, afectivos y de acción. A mí me llama mucho la atención como participan miles de personas en Itatí, en Lujan o San Nicolás con intenciones completamente diferentes pero compartiendo un mito organizador.
Esos fenómenos tienen detrás de la escena, otra escena y otra escena y es así cuando uno lo pasa por la propia construcción del esquema conceptual. Entonces tenemos escenas familiares que se agregaban a las reales de las condiciones concretas de existencias, pero que eran además, de carácter imaginario y que no podían, salvo raramente, explicitarse en el código compartido, es decir, en lo simbólico. Entonces, en la construcción de los códigos de los grupos sociales se expresan y existen, formas de producción, de vínculos, éxitos y fracasos, placeres y dolores personales, institucionales y comunitarios. En esos relatos, algunos explicitados y otros latentes, iban apareciendo muchas de estas cosas. Ustedes recordarán que la lingüística habla de significantes y de significados, los significantes son los soportes concretos, materiales, de los significados. Los significantes emergían como símbolos linguísiticos, gestos corporales, narraciones míticas de los comienzos de la comunidad, obstáculos del presente, etc.
De este rasgo del existente, emerge la técnica como una secuencias facilitadota de la narrativa social, pero no fue el psicodrama sino los juegos dramáticos los que tomaron importancia. Llamo psicodrama a la técnica creada por Moreno, de carácter psicoterapéutico, en donde los participantes fijan un escenario, los roles, la escena y la juegan. En mi caso, el inconveniente que le encontré a esta técnica, era una multiplicación y movilización de aspectos personales, que iba más allá de lo que ciertos grupos comunitarios podían tolerar, sobre todo cuando terminaba la tarea y quedaban movilizados y solos. Propongo juegos dramáticos, acotados, con sus consignas generadas desde distintas escuelas. Por ejemplo: Lazarillo y el ciego; el viaje: con una salida, un desarrollo y un cierre. Y otros, que ustedes han ido haciendo en los distintos talleres y laboratorios, breves, con consignas específicas. Estos juegos permitieron ser apoyaturas de las proyecciones grupales, como objetos intermediarios entre la acción y la conciencia, porque el objetivo en definitiva, es tener conciencia, es darse cuenta. Nosotros podemos decir, insight, darse cuenta, conciencia crítica, falsa conciencia, tenemos una serie de términos. Falsa conciencia es una conciencia equivocada.
No descarto la explicitación verbal para poder ver los términos de la contradicción, sino que le agrego la dimensión de lo latente e imaginario. Eran los propios grupos los que realizaban la tarea de dar significado a la interacción, con la colaboración del operador. Como operador creo que jugó con mucha intensidad, el hecho de que me contrataban y yo les proponía la metodología. Viendo las investigaciones que ustedes están haciendo, encuentro que hay un punto de partida diferente. A las semana de la pueblada de Cutral-Có, y de Plaza Huincul,siguiente les propuse esta metodologías cuando me llamaron para que trabajara con ellos. Fueron más de 180 personas, en un salón gigantesco, y trabajamos con juegos. Es cierto que la mayoría aceptaba el dispositivo, pero igual me interrogaba permanentemente por el encuadre. Esta experiencia la diferencio de la investigación que realizan ustedes porque deben elegir temas puntuales, y buscar los informantes. Encontraba una comunidad donde una necesidad me convocaba y debí hacer un buen diagnóstico de la necesidad, distinto a ustedes que tienen que recortar un tema motivacionalmente estimulante, buscar los informantes, decidir los ámbitos donde van a hacer las investigaciones,etc.
Y la metáfora lúdica es una investigación que pude hacer con contratos en comunidades que me convocaban. El posicionamiento inicial del operador, creo que juego en la forma, y también en los resultados, y en los replanteos que como investigador realiza. Los grupos con los que trabajé al principio eran de lo más variados. Por su número, hubo grupos de 10, y hubo grupos de 160 personas, en distintas comunidades. Por su composición, heterogéneos en general, pero también homogéneos, profesionales, docentes, líderes de la comunidad, como en Necochea, Lobería, y otras ciudades del interior. Por su finalidad: de diagnóstico, (solian preguntarse en el contrato): ¿Qué nos pasa?, ¿Qué nos sucede? , ¿Qué nos puede decir o cómo nos puede ayudar a resolver alguna dificultad?). También de elaboración de ansiedades, como aquel grupo en Resistencia, Chaco, que me permitió incluir todo lo mítico en la lectura de otro concreto. Didácticos: queremos aprender algo, como hiciéramos con Ana en Neuquén, en General Roca, en Río Gallegos. De aprendizaje. De toma de desiciones, etc. Siguen convocándome desde las más lejanas provincias, me sorprende y me interesa el trabajo, pero debo reconocer que es más lo que aprendo que lo que enseño, que me muestran más que lo que veo, lo que participan que en lo intervengo yo, que solicitan a lo que propongo. Y esto es un punto de vista particular en el trabajo de un psicólogo social. Por lo que el rol se va transformando en un copensor, coaccionante, compartiendo y diferenciándome en los aspectos desplegados.
Esto cuajó en una metodología particular de trabajo que se llamó metáfora lúdica, y de acuerdo a lo que Clarisa me había dicho, algunos conceptos centrales que merecen aclaración son el de unidad de tarea: parto del existente, de un diagnóstico de este, y de la mayor cantidad de vectores que se puedan aplicar a él en términos pichonianos y otros que puedo ver, de conceptos que aplico para hacer un diagnóstico psicosocial. Pienso la estrategia para intervenir y no abandono la idea de interpretación, señalamiento y construcción, instrumentos que indican la presencia de los factores que están operando. Como si dijera: está sucediendo esto por, pero no atribuyendo causalidad. Cuando digo por, ya estoy introduciendo una interpretación, sea por factores de lo real externo; de lo real interno, de la fantasía, de lo mítico, etc. La construcción es una secuencia de señalamiento. Es una combinatoria secuencial entre el señalamiento y la interpretación, pero la interpretación es aquí/ahora, dándole el peso a un determinado sentimiento o aspecto de lo real externo o interno, pero recortado. La construcción muestra la evolución de la aparición de indicadores.
El otro tema, sería, el concepto de retículo, que pueden encontrar cuando uno trabaja para el cambio. Lo que llamo la función “poxipol”, es decir, atravesar la escena depresiva y aproximar los términos. La función poxipol se cumple de distintas maneras, y sin embargo, al lado de la idea de transformación y cambio, tenemos que considerar la apoyatura psicosocial. Los que queremos cambiar algo debemos trabajar en términos reales y esto no siempre se piensa. Se trabaja como en una permanente función de cambio, sin pensar en el soporte de lo estable, de la apoyatura que el psiquismo necesita para poder pegar el salto. ¿ Cómo voy a pegar un salto si no cuento con una orilla suficientemente firme?. Entonces, hablo de retículo y de cambio. El cambio es el proceso de transformación, pero ¿qué formas reticulares tengo a nivel del mundo interno, y en esa comunidad, para transformar la forma de interacción y de producción con los objetos de la naturaleza?, ¿cómo es el juego de lo permanente con lo cambiante?.
El concepto de retículo lo busco, a través de Wallon,de Politzer de Fairbain, de distintos autores. En el mismo Freud, inicialmente cuando habla en la primera tópica de que el ser humano tiene una conciencia, preconciencia e inconciencia, y después dice un yo, un ello, y un superyo. Hay formaciones de la personalidad. Pichón, con su idea de mundo interno que toma de Fairbairn, en un capítulo de Psicoanálisis de la personalidad, y que siempre rescato dice: la persona se configura como un núcleo, un self, que son las identificaciones nucleares, y núcleos, identificaciones orbitales. Es mucho más fácil cambiar lo orbital, del amigo que hice en el último curso, que de lo nuclear, que son los padres, los personajes significativos. Y el retículo tiene mucho más que ver con el cúmulo de experiencias-como diría Winnicott-suficientemente buenas, para configurar un soporte, para poder cambiar. Sino no puede cambiar, me vuelvo loco, y habría una dialéctica entre lo que se tiene y el cambio. El problema es, no sólo trabajar con el cambio, sino, con los núcleos más estables. Donde, y de dónde van a surgir las resistencias. Este juego entre lo permanente y el cambio, es la idea central del concepto de retículo como trama que se da a en lo personal, grupal, institucional y comunitario. Los factores de poder están atacando cada vez más el retículo comunitario, porque les resulta mucho más fácil dominar un pueblo confundido, que uno que cambia. El cambio puede nos ser el que yo quiero, y la historia lo demuestra, no siempre el cambio va en el sentido que uno quisiera. Se puede tener esperanza, y seguir trabajando en psicología social a pesar de la resistencia que nuestra actividad provoca.
Los aspectos más estables deben ser considerados al hacer una investigación, porque permiten el vínculo con los grupos y las comunidades. Para tener conciencia de su historia, y de los factores que intervienen, puedo ir a una comunidad y debo escuchar sus necesidades. Pichón había observado ya en su época, que las comunidades cuando cambian de territorio (uno de los grandes temas de su investigación fue el de las migraciones), y de de paisajes tienden a reproducir en el nuevo lugar, las condiciones del anterior, llámese bolivianos, paraguayos, peruanos con sus comidas, su música, sus costumbre. Decía, es la posibilidad de transformación y de esfuerzo que hacen esas comunidades para adaptarse activamente a la sociedad argentina. Entonces, son factores a considerar, en donde la aculturación consiste en descalificar la cultura del otro para valorizar la propia por prejuicios (danzas, gestos, posiciones corporales, etc),
El asunto no es proponerse sin prejuicios, no le creo a un operador psicosocial cuando me dice: no tengo prejuicios, yo tengo todo resuelto. Pienso que lo tiene oculto, el tema es trabajar el mundo interno ante el prejuicio. La comprensión de la conciencia viene después de conciencia crítica, de explicitar los elementos que se juegan, y de un trabajo entre lo permanente y el cambio. Y ahí encontramos como ir generando aspectos reticulares, las apoyaturas, para lo cual, todo este trabajo.
Cuando conozco nuevas técnicas, nuevos juegos, los agrego. Tuvo mucho que ver también mi trabajo en la Escuela de Psicomotricidad de Mirtha Chokler y Noemí Beneito donde realicé las primeras experiencias de juego como explicitador, facilitador y revelador de la dinámica grupal. Cuando el juego no es pertinente, no es revelador. Si no tengo fotos o cubetas, ¿qué voy a revelar?. Se empobrece la proyección, de ahí la importancia de la elección de una metáfora posibilitadota y enriquecedora. Además de la lectura que como operadores debemos hacer de las metáforas que el grupo produce. En esta clase les he contado parte de mi trabajo. Gracias.

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