E. Pichón Rivière y J. Lacan*
Diálogo y discrepancias
Dice J. L .Borges que muchos autores como Góngora y Quevedo, en vida, rivalizaron a muerte, pero hoy conviven placidamente uno junto al otro en las enciclopedias y los diccionarios. Con E. Pichón Rivière y J. Lacan sucedió a la inversa. Ellos convivieron plácidamente en los Congresos y en los ágapes, y sus discípulos los pusieron frente a frente como rivales inconciliables. Me consta que E. Pichón Rivière en 1938 conocía a Lacan. En su articulo “Desarrollo histórico y estado actual de la concepción de los delirios crónicos”, publicado en la revista Index de Neurología y Psiquiatría, Vol. 1, Nº 2 de ese año, Lacan figura en la bibliografía. Se trata de su Tesis de Paris De la psychose paranoïaque dans ses rapports avec la personnalité de 1932.
Diálogo
Hay muchas coincidencias entre ambos autores. Ambos son hombres de principios del siglo,[1] época cuando era hegemónica entre los intelectuales la idea de vanguardia. Ambos son médicos psiquiatras apasionados por la investigación en el terreno de la psicosis. Ambos parten desde la locura. Ambos piensan a la subjetividad constituyéndose en determinaciones que van más allá del complejo de Edipo, aunque lo plantean en conceptualizaciones diferentes. E. Pichón Rivière piensa en términos de un sujeto social determinado por estructuras que trascienden la subjetividad. Piensa al sujeto como emergente de una compleja trama vincular que distingue en diferentes ámbitos: la familia, los grupos, las instituciones, la comunidad, la sociedad moderna, con un intermediario privilegiado: el vínculo. El sujeto será siempre emisario y portavoz de esas estructuras que lo constituyeron y lo constituyen. Para Lacan el sujeto es un efecto del lenguaje: “el inconsciente es el discurso del Otro”. El Otro designa la alteridad radical que Lacan equipara con el lenguaje y la ley. El Otro es el significante que designa lo simbólico. Ambos, Lacan y Pichón Rivière, son admiradores del movimiento surrealista y amigos personales de muchos de ellos. En la revista Enseñaje Nº 1, de 1981, se editó un artículo en homenaje a J. Lacan porque su fallecimiento había acaecido el 10 de septiembre de ese año. Allí figuran extractos parciales de un reportaje a E. Pichón Rivière realizado por Graciela Wegbrait para la revista Actualidad Psicológica (Año 1 Nº 12) de diciembre de 1975: “...nuestra amistad no se fundió en identidades, sino en coincidencias, en una modalidad de pensamiento que como diálogo incluye la discrepancia”. “... Nuestro encuentro, verdadero “reencuentro”, se dio en el Congreso de Psicoanálisis de habla francesa (1951) en el que ambos éramos relatores”. “...Freud, el surrealismo y la cultura francesa fueron las claves de una amistad inmediata...”. Y con respecto a las coincidencias “... Querría subrayar una coincidencia fundamental: la que hace al análisis de la situación triangular básica y del vínculo como estructura de relaciones, sistema complejo que incluye la presencia estructurante del Tercero. Utilizo mi terminología, no la de Lacan, pero insito, este es un punto de encuentro en lo teórico”. Con relación a sus discrepancias señala: “...el cuestionamiento que desde un esquema conceptual, referencial y operativo, se puede plantear a otro modelo teórico y operacional”. Un punto especial de discrepancia es el planteo lacaniano de El deseo humano es el deseo del Otro. Dice Pichón Rivière: “Planteo que encuentro impregnado de la concepción hegeliana del sujeto como primariamente, como esencialmente deseante de deseos. Concepción que incluye la dialéctica y en ese sentido permite comprender ciertos aspectos del desarrollo del sujeto, de su historicidad, de su carácter relacional, pero que escamotea los fundamentos, las bases materiales de esa historicidad. En consecuencia la historicidad misma queda soslayada”. «En 1969, discutiendo un trabajo mío Lacan me preguntaba: ¿Pour quoi Psychologie Sociale, pour quoi pas psychanalyse?». Creo que su pregunta sintetiza las coincidencias y las discrepancias. El definir la psicología en sentido estricto como social, significa que se enfatiza el problema del determinante en última instancia de los procesos psíquicos, el papel que cabe a las relaciones sociales como condición de posibilidad de orden humano y por ende del psiquismo. Lacan, al entender que mi planteo era desde el psicoanálisis, marcaba la coincidencia fundamental ya mencionada: la referente a la génesis del sujeto en el interior de la estructura vincular. El que yo insistiera en caracterizarlo como psicología social, remite a las diferencias que a mi entender existen entre la concepción del sujeto relacional del psicoanálisis, el sujeto relacional de Freud y Lacan, y la concepción del sujeto agente productor, protagonista de la Historia, a la vez producido, configurado en sistemas vinculares y en tramas mas complejas de relaciones, que plantea la Psicología Social que postulamos”. De la figura de J. Lacan, Pichón comenta: “Lacan es un tipo simpatiquísimo, afectuoso, comunicativo, que sabe muy bien de que habla y hasta donde puede llegar con su interlocutor... Pudimos en nuestras charlas plantearnos las cosas básicas del psicoanálisis, los temas que hoy emergen... Nuestro primer encuentro fue precedido por una situación particular que permitió un acercamiento mayor. El primer día de mí llegada a Paris salí en busca de una dirección en la que sabia que un siglo atrás había vivido el tutor de Isidoro Duchase, Conde de Lautreamont, M. Davasse. La dirección era 5, Rue de Lille. No encontré allí rastros de Lautremont ni de Davasse, pero el centro de mi interés por el Conde se centraba allí, en el 5 Rue de Lille en el que momentáneamente quedaban varadas mis investigaciones. Al día siguiente se inició el Congreso de Psicoanálisis. En esa inauguración tanto Lacan como yo leemos nuestros relatos. Lacan se acercó, charlamos y me dice: lo espero esta noche a comer en casa, y agregó con cierto aire de broma: “tengo una sorpresa para Ud. Cuando leo su tarjeta recibo una sorpresa que no era la preparada por Lacan: su dirección, 5 Rue de Lille. Lacan vivía en la misma casa que yo visitara la mañana anterior, siguiendo los pasos del Conde. “El clima de encuentros, de asociaciones, de sorprendentes coincidencias, el clima mágico Lautremoniano se instaló entre nosotros. Yo sentía esa noche mientras caminaba hacia lo de Lacan que iba hacia Lautremont. Me decía a mí mismo “ça marche”. Y así fue que la sorpresa programada por Lacan era la presencia de Tristán Tzara, quien me acaparó esa noche. El tema no podía ser otro que el Conde de Lautremont, el punto de partida de la poesía moderna, el más grande de los poetas, según el surrealismo. El ídolo de Bretón. “He querido con este relato mostrar a J. Lacan. Un hombre sensible, sutil, refinado, generoso. Él conocía mis investigaciones sobre Lautremont, podía compartir el doble interés que su obra despierta para la literatura y el psicoanálisis, porque en ella se encuentran lo siniestro con lo maravilloso. Porque en esa obra “diabólica y extraña, burlona y aullante, cruel y penosa, en la que se oyen a un mismo tiempo los gemidos del dolor y los siniestros cascabeles de la locura”, como dijera Darío, se hace presente con violencia inédita, el inconsciente. Él, Lacan, sabía lo que significaba para mí conversar con Tzara y aún antes de conocerme personalmente arregló ese encuentro en su casa de París, un típico departamento parisien, con las paredes cubiertas con cuadros de Massan. El surrealismo penetraba desde allí; los muebles antiguos, los libros en todas partes, también apilados en el suelo, me dieron un reconfortante sentimiento de familiaridad”.
«¿Pour quoi Psychologie Sociale, pour quoi pas psychanalyse?»
Es interesante la pregunta de Lacan: Por qué Psicología Social, por qué no psicoanálisis? Yo creo que E. Pichón Rivière decide el cambio de denominación, incluso la primera edición de sus “Obras completas” –hasta ese entonces– las subtituló Del Psicoanálisis a la Psicología Social. O sea que hizo una elección deliberada de una denominación diferente. Yo creo que Pichón Rivière elige una denominación diferente porque se trata de campos diferentes. Se trata de prácticas diferentes. El psicoanálisis sienta su intervención en la materialidad del discurso del paciente individual. Su intervención es en el uno a uno. Pichón Rivière introduce la práctica grupal, lo que implica una serie de complejizaciones del campo a intervenir. Ya no es un discurso individual, sino un discurso grupal, heterogéneo, multidimensional, porque la enunciación es singular (verticalidad), pero tiene elementos comunes (horizontalidad) que hace que se pueda concebir como discurso grupal. Es multidimensional porque es cara a cara; la presencia de los cuerpos, los gestos, el metalenguaje están presentes y sumamente visibles por todos. La materia con la que trabaja el Coordinador de Grupo también son significantes, pero que se extraen de un magma de significaciones singulares y sociales sumamente heterogéneo. Cuando Pichón Rivière descubre que puede acceder al sentido de los delirios y síntomas sicóticos de sus pacientes psiquiátricos conociendo a la familia, él no toma esta información solo para ajustar su estrategia como psicoanalista de psicóticos, sino que se muda de campo y decide intervenir no solo a nivel del paciente individual, sino abordar esa estructura que trascendiendo su subjetividad tiene efectos de determinación sobre él. Y allí no sólo crea un nuevo campo de intervención terapéutica: el grupo familiar, sino que descubre otro campo teórico. Dar cuenta de la complejidad de los ámbitos que constituyen la subjetividad y echar luz sobre ello se constituye en un nuevo desafío apasionante para Pichón.
* Texto de la Lic. Gladys Adamson
[1] E. Pichón Rivière nació en 1907 y J. Lacan en 1901.
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