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domingo, 24 de agosto de 2008

¿Ansioso yo?


Tres de cada diez personas no pueden dominar sus nivedes de ansiedad. Viven apurados o temerosos, algunos sin saber porqué. En nuestro país las mujeres son más ansiosas que los hombres y sufren trastornos asociados. Las causas, los efectos, los peligros.

por Eliana Galarza
Apurado, nervioso, Juan necesita tener todo bajo control. María no soporta las multitudes: sus manos empiezan a sudar apenas atraviesa las puertas de un shopping. Pedro no sabe muy bien lo que quiere pero lo quiere ya. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 6 millones de personas en la Argentina padecen trastornos de ansiedad. Y sólo 40 mil están bajo tratamiento. El resto, acelerado sin saber por qué, continúa deambulando por consultorios en busca de alguna respuesta. Que, por supuesto, reclaman cuanto antes.
Famosa a través de filmes como Mejor...imposible, en donde el personaje interpretado por Jack Nicholson es capaz de trabar 5 veces seguidas la puerta de su casa, víctima de un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC). O de El día que me amen -donde Adrián Suar también padece un TOC que le impide salir de su casa-, la ansiedad (y sus trastornos) es una de las amenazas más comentadas y en mayor crecimiento en todo el mundo.
Primero conviene aclarar que se ansioso, en dosis normales, no es malo. "La ansiedad es una respuesta normal y adaptativa, ante amenazas reales o imaginarias, que prepara al organismo para reaccionar ante una situación de peligro real o imaginario", explica Daniel Bogiaizian, secretario de la Asociación Argentina de Trastornos de Ansiedad. Es decir, ayuda a evitar algunas catástrofes. Ejemplo: Si no existiera un cierto grado de ansiedad frente a los autos que pasan por la calle no se percibiría esa situación como riesgosa y tal vez los peatones se lanzarían a cruzar sin mirar hacia los costados. ¿Cómo se manifiesta? A través de alteraciones psicológicas y físicas. Mientras dura, la tensión es permanente y provoca un desasosiego o sobresalto que puede ir en aumento. Otra señal: modifica momentáneamente el registro de temporalidad, pareciera que el tiempo se acelera, que pasa más rápido.
Parecidos y Diferentes
A veces, se confunde con angustia o con miedo, sensaciones diferentes aunque muy hermanadas. El miedo es un sentimiento o reacción de defensa frente a algo identificado. La angustia parece no tener motivos bien definidos. La ansiedad, en cambio, puede ser todo eso y además desencadenar síntomas físicos; de allí su riesgo porque puede desembocar (si no es tratada a tiempo) en serios desajustes. Suele aparecer frente a situaciones de cambio como rendir un examen, mudarse de casa, encontrarse con alguien para resolver un conflicto pendiente o estar en medio de un incendio u otra situación repentina y riesgosa. Cada uno de esos hechos tiene algo en común: son de resultado incierto. Pueden tener un final feliz o no.
Así, según las nomenclaturas médicas, existe una ansiedad paranóica o positiva, que puede manifestarse frente a un acontecimiento como casarse, viajar al exterior o asumir un nuevo puesto laboral, y una ansiedad depresiva o adversa que puede ser el resultado de un duelo, una obsesión o una crisis de pánico. En todos esos casos, su nivel es considerado normal y, especialmente, temporario. Es decir, cuando todo pasa, nada queda y se regresa a la situación anterior. El problema se presenta cuando el nivel es sobrepasado (eso se puede medir de acuerdo con la respuesta -exagerada- que se le da al estímulo que la provocó). La exageración puede estar representada por un desmedido temor. "Uno puede tener cierto recelo a estar en un lugar pequeño, pero cuando frente a esa situación se desata una especie de crisis de pánico, estamos hablando de claustrofobia, uno de los trastornos de ansiedad más conocidos", confirma el doctor Gustavo Bustamante, vicepresidente de la Fundación Fobia Club, una de las instituciones dedicadas a entender y ayudar a quienes padecen estos singulares trastornos. La Asociación Ayuda, dedicada a lo mismo, aporta otros datos. Asegura que las personas muy ansiosas pueden presentar alteraciones en el sueño (dificultades para conciliarlo, mantenerlo, o despertarse varias veces durante la noche); padecer contracturas y dolores musculares, dolores de cabeza, bruxismo (con pérdida de dientes en los casos más graves) y hasta aumento de la frecuencia cardíaca y de la tensión arterial (por el aumento de los niveles de noradrenalina). El área de la alimentación tampoco se salva: los ansiosos pueden sufrir alteraciones del apetito (hay personas que comen más cuando están más ansiosas y otras a las que se les "cierra" el estómago) o ser víctimas de la acidéz, las flatulencias, la diarrea y/o constipación. En la cama no les va mejor: pueden disminuir su libido y su respuesta sexual y, en muchos casos, tener eyaculación precoz. El caracter, claro, también se ve afectado porque acelera la impaciencia y la irritabilidad.Famosos y ansiososNi los personajes ilustres se salvaron o se salvan de padecerla: El emperador romano César Augusto le tenía miedo a la oscuridad. La reina inglesa Isabel I, pánico a las rosas. Sigmund Freud, temor a viajar en tren. El naturalista Charles Darwin sufría ataques de pánico sin motivos aparentes. El orador romano Cicerón -quién lo diría- tenía miedo a hablar en público. Gabriel García Márquez tiene miedo a volar, situación que graficó en esta frase: "Es uno de los pocos miedos que se le permite al macho latinoamericano". Y Woody Allen sufre de agorafobia (durante años prefirió no salir de su ciudad, Manhattan). En ellos, cabe aclarar, la ansiedad se transformó en patológica y derivó en trastornos, esos que cuando se conocen arrancan una mueca de asombro. Los más conocidos son:- Los obsesivo-compulsivos (TOC):Se manifiestan como ideas, imágenes e impulsos que la persona considera intrusas. Para evitarlas se recurre a rituales o conductas compulsivas. Ejemplo: cerrar una y otra vez la llave de gas.
-TAS (trastorno de ansiedad social):Temor a ser evaluado o criticado. Puede traducirse en dificultad para hablar o comer en público.-TAG ( de ansiedad generalizada):Preocupación constante y excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos y situaciones. Produce inquietud, fatiga y falta de concentración. Quienes lo padecen imaginan catástrofes cuando un familiar se retrasa o no contesta el teléfono.
-TEPT (de estrés postraumático):Aparición de síntomas luego de un hecho estresante, traumático y real, como un accidente automovilístico.
-Los de pánico: El más conocido es la agorafobia, temor a alejarse de casa, a caminar solo en la calle-Las fobias específicas: temores irracionales ante objetos o situaciones.El orden de los factores¿Y por qué una persona puede ser más ansiosa que otra? La pregunta fue repetida tantas veces que ya existe una disciplina que se conoce como biología de la ansiedad, especializada en estudiarla a fondo. Según los datos de la Fundación Fobia Club, los factores que determinan las ansiedad son tres:La predisposición biológica o genética: se observó que regiones del cromosoma 15 tienen alteraciones y diferencias en las personas ansiosas (los cromosomas son porciones de ADN, tienen la información genética de cada individuo). La vulnerabilidad psicológica (si la persona se siente insegura e incapaz de resolver sus problemas). Y el contexto; lo que se aprende de la familia. Por ejemplo, predispone tener una madre que se angustia cuando sus hijos vuelven tarde o que da indicaciones del tipo "cuidado, hijo, que vas a chocar".Número x númeroEn Buenos Aires y Capital Federal, las consultas por trastornos de ansiedad son casi el 50% de las consultas recibidas en centros asistenciales públicos, según datos del libro Ataques de pánico y trastornos de fobia y ansiedad, de los doctores Carrión y Bustamante, presidente y vice del Fobia Club. La cifra creció 20% en los últimos años, "debido a los estresores psicosociales (esas situaciones que a cualquiera preocupan) que colaboran con el desarrollo de las patologías", puntualiza Bustamante. Se calcula entonces que los niveles en la Argentina serían similares a los de España y de los EE.UU., donde entre un 20 y 30% de la población tendría posibilidad de desarrollar un trastorno de este tipo. Se sabe además por relevamientos de la OMS, que 3 de cada 10 personas en el mundo no pueden dominar su ansiedad. Y que, en nuestro país, las mujeres son más ansiosas que los hombres: 7 de cada 10 consultas que recibe la Asociación Ayuda son femeninas. Y que los riesgos físicos son serios. "Estas personas complican su cuadro porque suelen automedicarse y además porque pueden demorar entre 1 y 10 años antes de llegar a la consulta", advierte el psiquiatra Eduardo Kalina. Apuradas para algunas cosas, pueden ser muy lentas para otras.Los chicos tambiénLos chicos no están a salvo de la ansiedad. Según el doctor Bustamante, vicepresidente del Fobia Club, el trastorno de ansiedad por separación es uno de los más frecuentes. Lo padacen criaturas menores de 6 años y se manifiesta como un temor excesivo a alejarse de los padres. La ansiedad social también puede afectarlos: aparece como una inhibición social frente a desconocidos. El trastorno obsesivo-compulsivo tampoco es patrimonio exclusivo de los adultos. Especialmente porque sus primeras manifestaciones se notan en la niñez. El 50% de los chicos pueden ser sus víctimas. Comienza con algunos tics, como la necesidad de lavarse las manos con frecuencia. Sus principales señales aparecen entre los 6 y los 7 años. Sin embargo, la estrella de las fobias infantiles es la escolar. Es el típico miedo a ir a la escuela cuando toman exámenes orales o temor a leer frente a los compañeros. Otras fobias denominadas específicas, son el temor a los sapos, las cucarachas o las tormentas. Laura Coccia, del Departamento de Niños de la Asociación Ayuda, agrega los síntomas que pueden ayudar a descubrir a un chico ansioso: llanto fácil, susceptibilidad, sudoración, tics, conductas de huída, preocupación por las sensaciones físicas, perfeccionismo, miedo a estar solo, confusión, tono de voz nervioso, sensaciones de ahogo y opresión en el pecho, apatía, vergüenza. Ante cualquier sospecha, lo mejor es consultar, tener paciencia y no sacar conclusiones apresuradas. Porque hasta a los profesionales más eminentes les resulta complicado realizar sus diagnósticos en los chicos.