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martes, 13 de mayo de 2014

SINDROME DEL RESCATADOR

El día Domingo 11 de mayo de 2014 el Diario LA NACION en su sección "Diálogos del alma" de Sergio Sinay , publica ésta ayuda maravillosa para tod@s quienes quieran seguir aprendiendo y aprhendiendo para saberse en la posibilidad de un vivir de un modo mejor y distinto...

Pregunta Jorge Cayastá: Señor Sinay: ¿Por qué hay personas que se arriman siempre a otras que se victimizan?

Aunque no es mucho lo que se sabe de la vida de Pitágoras (569-475 a.C.) y no dejó escritos, los discípulos de este filósofo y matemático griego se encargaron de rememorar y legar a generaciones siguientes sus ideas, muchas de las cuales fundamentaron líneas centrales de la matemática, la geometría y la filosofía. Entre los pensamientos que sus seguidores le atribuían se cuenta: "Ayuda a tus semejantes a levantar su carga, pero no te consideres obligado a llevársela". Esta propuesta quizá contradiga a muchas de las que estimulan la ayuda a los demás como una manera de ayudarse a uno mismo. Hay quienes hacen de esto último un lema. Es cierto que ayudar ayuda, pero también es importante que esa ayuda sea funcional.

Ciertas personas padecen síndrome del rescatador. Intentan ayudar a todos todo el tiempo y quienes, como contrapartida, se victimizan a cada paso encuentran en ellas quien tome su carga y les aliviane la marcha. Una ayuda instrumentadora comienza por preguntar al receptor qué necesita y cómo lo necesita. No hace por él, sino para él. A veces consiste, simplemente, en no intervenir. Y esto tiene un inconveniente: el que ayuda pasará inadvertido, quedará en el anonimato. Es que no faltan quienes, al no discriminar la verdadera necesidad del otro, lo toman como un medio para la satisfacción de su propia autoestima. Suele ocurrir que se practique la ayuda sustitutiva, aquella que remplaza al ayudado en su propio quehacer y, a pesar de las buenas intenciones, lo discapacita para capear tormentas. El ayudador, satisfecho de sí, suele no percibir esta contradicción.

La relación entre quienes se victimizan para encontrar cargadores de su equipaje y quienes no pueden dejar de levantar pesos ajenos puede crear círculos tóxicos. Unos no terminan de responsabilizarse por sus actos, los otros postergan en nombre de la vocación solidaria los temas de sí mismos que los reclaman. La salida no es la indiferencia ni el egoísmo, sino un acercamiento atento a la necesidad del otro, que permita verlo y escucharlo, sin desoír los requerimientos propios.

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