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miércoles, 7 de septiembre de 2011

¿QUÉ ES EL DUELO?



El duelo es el doloroso proceso normal de elaboración de una
pérdida, tendiente a la adaptación y armonización de nuestra
situación interna y externa frente a una nueva realidad.
Elaborar el duelo significa ponerse en contacto con el vacío que
ha dejado la pérdida de lo que no está, valorar su importancia y
soportar el sufrimiento y la frustración que comporta su
ausencia.
Convencionalmente podríamos decir que un duelo se ha
completado cuando somos capaces de recordar lo perdido
sintiendo poco o ningún dolor. Cuando hemos aprendido a vivir
sin él, sin ella, sin eso que no está. Cuando hemos dejado de
vivir en el pasado y podemos invertir de nuevo toda nuestra
energía en nuestra vida presente y en los vivos a nuestro
alrededor.
Estas son algunas de las sensaciones corporales que sienten los
que están de duelo. Es el llamado duelo del cuerpo.

Palpitaciones.
Opresión en la garganta.
Dolor en la nuca.
Nudo en el estómago.
Dolor de cabeza.
Pérdida de apetito.
Insomnio.
Fatiga.
Sensación de falta de aire.
Punzadas en el pecho.
Pérdida de fuerza.
Dolor de espalda.
Temblores.
Hipersensibilidad al ruido.
Dificultad para tragar.
Oleadas de calor.
Visión borrosa.

Y estas son algunas de las conductas más habituales después
de una pérdida importante.
Llorar.
Suspirar.
Buscar y llamar al ser querido que no está.
Querer estar solo, evitar a la gente.
Dormir poco o en exceso.
Distracciones, olvidos, falta de concentración.
Soñar o tener pesadillas.
Falta de interés por el sexo.
No parar de hacer cosas o apatías.

Recomendaciones para recorrer el camino de las lágrimas (y
sobrevivir)

1.-Permitiste estar de duelo.
Date el permiso de sentirte mal, necesitado, vulnerable...
Podes pensar que es mejor no sentir el dolor, o evitarlo con
distracciones y ocupaciones pero, de todas maneras, con el
tiempo lo más probable es que el dolor salga a la superficie.
Mejor es ahora. Acepta que posiblemente no estés demasiado
interesado en tu trabajo ni en lo que pasa con tus amistades
durante un tiempo, pero metete en el duelo con todas sus
consecuencias. Tu vida será diferente mientras recorres este
camino, muy probablemente tendrás que cambiar
transitoriamente algunos hábitos, seguramente te sientas
vacío...
Permitite sentir el dolor plenamente porque el permiso es el
primer paso de este camino y ningún camino se termina si
antes no se comienza a recorrerlo.
2.- Abrí tu corazón al dolor:
Registrá y expresá las emociones que surjan, no las reprimas.
No te hagas el fuerte, no te guardes todo para adentro.
Con el tiempo el dolor irá disminuyendo. Si hay algo que opera
siempre aliviando el trayecto es justamente encontrar la forma y
darse el permiso de sentir y expresar el dolor; la tristeza, la
rabia, el miedo por lo perdido. recorrer el camino de punta a
punta es condición para cerrar y sanar las heridas. Y este
camino se llama el Camino de las Lágrimas. Permitite el llanto.
Te merecés el derecho de llorar cuanto sientas. Posiblemente
sufriste un golpe brutal, la vida te sorprendió, los demás no
supieron entender, el otro partió dejándote solo. Nada más
pertinente que volver a nuestra vieja capacidad de llorar
nuestra pena, de berrear nuestro dolor, de moquear nuestra
impotencia. No escondas tu dolor. Compartí lo que te está
pasando con tu familia y tus amigos de confianza...Llorar es tan
exclusivamente humano como reír. El llanto actúa como una
válvula liberadora de la enorme tensión interna que produce la
pérdida. Podemos hacerlo solos si esa es nuestra elección, o con
nuestros compañeros de ruta para compartir su dolor, que no
es otro que nuestro mismo dolor. Cuando las penas se
comparten su peso se divide. Cuando el alma te duele desde
adentro no hay mejor estrategia que llorar.
No te guardes todo por miedo a cansar o molestar. Busca a
aquellas personas con las cuales podes expresarte tal como
estás. Nada es más impertinente y perverso que interrumpir tu
emoción con tus estúpidos condicionamientos de tu supuesta
fortaleza protectora del prójimo.

3.- Recorrer el camino requiere tiempo.
Dicen que el tiempo lo cura todo. Pero cuidado, el tiempo solo
quizás no alcance. LO que realmente puede ayudar es lo que
cada uno hace con el tiempo.
NO te hagas expectativas mágicas. Estate preparado para las
recaídas. Un suceso inesperado, una visita, un aniversario, la
Navidad te vuelven al principio, es así.
No podés llorar hoy lo de mañana, ni seguir llorando lo de ayer
Para hoy es tu llanto de hoy, para mañana el de mañana.
¿Estás utilizando este día para aceptar que estás de duelo, para
reconocer que lo perdido ha muerto y no lo vas a recuperar?
¿Estás utilizando el día de hoy para sentir tus emociones
intensamente y para expresar el dolor que supone esta pérdida?
¿Estás utilizando este día para aprender a vivir sin esa persona
querida?
¿Estás utilizando el día para volver a centrarte en vos mismo?
Viví solamente un día cada día.

4.- Sé amable contigo.
Aunque las emociones que estás viviendo sean muy intensas y
displacenteras (y seguramente lo son) es importante no olvidar
que son siempre pasajeras...Uno de los momentos más difíciles
del duelo suele presentarse después de algunos meses de la
pérdida, cuando los demás comienzan a decirte que ya tendrías
que haberte recuperado. Sé paciente. No te apures. Jamás te
persigas creyendo que ya deberías sentirte mejor. Tus tiempos
son tuyos.
Recordá que el peor enemigo en el duelo es no quererse.

5.- No tengas miedo de volverte loco.
Todos podemos vivir sentimientos intensos de respuesta a la
situación de duelo sin que esto te lleve a ningún desequilibrio
La tristeza, la bronca, la culpa, la confusión, el abatimiento y
hasta la fantasía de morir son reacciones habituales y comunes
a la mayoría de las personas después de una pérdida
importante o de la muerte de un ser querido.
Necesitas sentir el dolor y todas las emociones que lo
acompañan: tristeza, rabia, miedo, culpa...Habrá personas que
te dirán: "Tenés que ser fuerte". No les hagas caso.

6.- Aplazá algunas decisiones importantes.
Decisiones como vender la casa, dejar el trabajo o mudarte a
otro lugar son trascendentes, y se deben tomar en momentos de
suma claridad; dado que un cierto grado de confusión es
inevitable en el recorrido de este camino, sería preferible
dejarlas para más adelante.
Con el mismo razonamiento sobre todo en los primeros tiempo
inmediatos a la pérdida no parece conveniente iniciar una
nueva pareja, decidir un embarazo, acelerar un casamiento.
Podríamos lamentarlo después.
hay urgencias que no se pueden postergar, pero conviene
respetar la norma de no cruzar los puentes antes de llegar a
ellos.

7.- No descuides tu salud.
Muchos de los que recorren el camino están tan ocupados en su
proceso interno, están tan atentos a su sentir penoso que no
prestan atención a su propio cuerpo. Pasados los primeros días
puede resultar muy útil que decidas por unas semanas
imponerte un horario para levantarte, un horario para las
comidas, una hora para acostarte...y lo sigas. Alimentate bien y
no abuses del tabaco, del alcohol ni de los medicamentos. De
hecho si para ayudarte en estos momentos fuera necesario
tomar algún medicamento, deberá ser siempre a criterio de un
médico y nunca por los consejos de familiares, amigos y vecinos
bien intencionados. De todas maneras es bueno no deambular
"buscando" el profesional que acepte recetar los psicofármacos
para "no sentir", porque lejos de ayudar puede contribuir a
cronificar el duelo.

8.- Agradecé las pequeñas cosas.
Es necesario valorar las cosas buenas que seguimos
encontrando en nuestra vida en esta situación de catástrofe.
Sobre todo, algunos vínculos que permanecen (familiares,
amigos, pareja, sacerdote, terapeutas), aceptadores de mi
confusión, de mi dolor, de mis dudas y seguramente de mis
momentos más oscuros. Para cada persona lo que hay que
agradecer es diferente: seguridad, contención, presencia y hasta
silencio.

9.- Anímate a pedir ayuda.
No interrumpas tu conexión con los otros, aunque ellos no
estén hoy recorriendo este camino. Necesitás su presencia, su
apoyo, su pensamiento, su atención. Dales la oportunidad a tus
amigos y seres queridos de estar cerca. Todos lo que te quieren
desearán ayudarte, aunque la mayoría no sabe cómo hacerlo.
Algunos tienen miedo de ser entrometidos. Otros creen que te
lastiman si te recuerdan tu pérdida. Necesitás que te escuchen,
no que te den su opinión de lo que deberías hacer, sentir o
decidir. No te quedes esperando su ayuda y mucho menos
pretendiendo que adivinen.
Pedí lo que necesitás. NO es más sabio ni más evolucionado el
que no precisa ayuda, sino el que tiene conciencia y valor para
pedirla cuando al necesita.

10.-Procura ser paciente con los demás.
Ignorá los intentos de algunas personas de decirte cómo tenés
que sentirte y por cuánto tiempo, no todos comprenden lo que
estás viviendo. Amorosamente intentarán que olvides tu dolor,
lo hacen con buenas intenciones, para no verte triste, teneles
paciencia pero no te ocupes de complacerlos. Más bien apartate
un poco gentilmente y buscá a quienes puedan permitirte "estar
mal" o desahogarte sin miedo cuando lo sentís así. De todas
maneras quizás sea mejor que durante un tiempo prestes más
atención a la intensión de quienes te rodean que a lo que dicen
en palabras. A veces los que uno pensaba que serían los
mejores compañeros de ruta no pueden compartir tu momento.
Soportan tan mal el dolor ajeno que interrumpen tu proceso y
retrasan tu paso hacia el final del camino. De todas maneras,
una vez más, no te fastidies con ellos por eso.

11.- Mucho descanso, algo de disfrute y una pizca de
diversión.
Date permiso para sentirte bien, reír con los amigos, hacer
bromas. Es tu derecho y además será de gran ayuda que
busques, sin forzar tu propio ritmo, momentos para disfrutar.
Recordá que hasta el ser querido que no está querría lo mejor
para vos.
Los malos momentos vienen por sí solos, pero es voluntaria la
construcción de buenos momentos. Empezá por saber con
certeza que hay una vida después de una pérdida, prestale
atención a las señales y oportunidades a tu alrededor. No las
uses si no tenés ganas, pero no dejes de registrarlas.

12.- Confiá en tus recursos para salir adelante.
Acordate de cómo resolviste anteriores situaciones difíciles de tu
vida.
Si querés sanar tu herida, si no querés cargar tu mochila con el
peso muerto de lo perdido, no basta pues con esperar a que
todo se pase o con seguir viviendo como si nada hubiera
pasado.
Necesitás dar algunos pasos difíciles para recuperarte. NO
existen atajos en el camino de las lágrimas.
Vas a vivir momentos duros y emociones displacenteras
intensas en un momento en el que estás muy vulnerable. NO te
exijas demasiado. Respetá tu propio ritmo de curación y creéme
cuando digo esto: estás en condiciones de afrontar lo que sigue,
porque si estás en el camino, lo peor ya ha pasado.
Confiá en vos por encima de todas las dificultades y si lo hacés
te garantizo que no te defraudarás. El pensamiento positivo te
transforma siempre en tu propio entrenador.

13.- Aceptá lo irreversible de la pérdida.
Aunque sea la cosa más difícil que has hecho en toda tu vida,
ahora tenés que aceptar esta dura realidad: estás en el camino
de las lágrimas y no hay retorno. El camino sólo sigue hacía
adelante. Mientras creas en un pequeño lugarcito que el otro
volverá, que la situación va a volver a ser la que era, que el
muerto va a regresar, nunca terminarás el recorrido.
La muerte siempre llega demasiado tarde o demasiado
temprano. Siempre es un mal momento para que la gente se
muera.
Hablar de tu pérdida, contar las circunstancias de la muerte,
visitar el cementerio o el lugar donde se esparcieron los restos,
todo puede ayudar poco a poco a ir aceptando el hecho de la
pérdida. De hecho , si existe una remota posibilidad de que la
pérdida no sea definitiva, deberás elegir entre seguir esperando
y no recorrer el camino o decidir que es definitiva aunque los
hechos permitan una tenue esperanza.
De todas maneras no te dañará haber recorrido el camino si lo
que diste por perdido aparece, pero puede dañarte mucho
seguir esperando lo que nunca sucederá. (Sabemos cuánto más
difícil es aceptar la pérdida de un ser querido si nunca pudiste
ver el cadáver o nunca se recuperó).
Es una gran tentación quedarse refugiado en la idea de que
desde el cielo el otro está y me cuida. No tiene nada de malo la
creencia religiosa de cada uno, al contrario, es un excelente
aliado, pero cuidado con utilizarla para minimizar su
desaparición física. Cuidado con llegar a creer que entonces no
necesito hacer el duelo.
Continuará...

14.- Elaborar un duelo no es olvidar.
El proceso de duelo permite buscar para tu ser querido el lugar
que merece entre los tesoros de tu corazón.
Es poder pensar en él, y no sentir ya ese latigazo de dolor.
Es recordarlo con ternura y sentir que el tiempo que
compartiste con él o con ella fue un gran regalo.
Y esto es cierto para todas las pérdidas. La elaboración permite
darle un sentido a todo lo que has vivido hasta aquí con lo
ausente.
Es entender con el corazón en la mano que el amor no se acaba
con la muerte.

15.- Aprendé a vivir de "nuevo".
Hacer el duelo significa también aprender a vivir sin algo, sin
alguien, de otra forma.
Es aprender a tomar nuevas decisiones por vos mismo,
aprender a desempeñar tareas que antes hacía otro, aprender
nuevas formas de relación con la familia y los amigos, aprender
a vivir con algo menos. A veces este aprendizaje no incluye a
otros, el duelo es aprender a vivir sin esa capacidad que he
perdido. La experiencia es muchas veces un maestro muy cruel.

16.- Centrate en la vida y en los vivos.
Llega un momento en que sabés que es necesario soltar el
pasado. La vida te espera llena de nuevas posibilidades.
No hay nada malo en querer disfrutar, en querer ser feliz, en
querer establecer nuevas relaciones... En el caso de la pérdida
de una pareja, no hay motivo para avergonzarse si aparece de
nuevo el deseo sexual. En realidad, el corazón herido cicatriza
abriéndose a los demás. El duelo es establecer que lo muerto
queda afuera pero mi vida continúa.
Una adolescente escribió a su madre después de perder a su
padre: "Existen otras personas a las que amar, y eso no significa
que quiero menos a mi papá".

17.- Definí tu postura frente a la muerte.
La idea de "qué significa morirse" es tan teórica que
vivencialmente puede ser diferente para cada uno. Lo que
importa no es coincidir en una posición respecto a al muerte
sino establecer que es una de las cosas que cada uno debe tener
definidas. Hay muchos temas que pueden estar sin resolver,
pero hay cuatro o cinco que es necesario tener "acomodados":
* la identidad sexual.
* la posición filosófica.
* la relación con los padres.
* el proyecto de vida.
* y la postura frente a la muerte.
¿Qué sucede después de la muerte?
¿Cómo lo van a saber si nadie lo sabe?
No importa cuál sea tu postura, les puedo asegurar que
después de la muerte va a pasar lo que ustedes creen que va a
pasar.
En el fondo lo mismo da.
Si ustedes creen que se van a reencarnar, está bien; si creen
que se van al cielo o al infierno, está bien; si ustedes creen que
no hay nada más, está bien. Lo que sea que crean, está bien.
Pero tienen que tener una posición tomada.
Le preguntaron a Woody Allen, una vez, si él creía que había
vida después de la muerte. Allen contestó que no sabía, que
estaba muy ocupado tratando de saber si podía vivir un poco
antes de morir.

18.- Volvé a tu fe.
Algunas cosas simplemente no son para ser manejadas por uno
solo. Incluso toda la ayuda que podés tener puede no
proporcionar la comodidad que realmente se necesita para
sostener lo que sucedió.
Muchas personas encuentran que llevar estos problemas a Dios
es una manera tranquilizadora de aligerar la carga que hace
que el corazón les pese.
Después del primer momento donde la furia tiene a Dios como a
uno de sus destinatarios favoritos, es útil regresar a la iglesia, al
templo, a la charla con el sacerdote o pastor.
Es el momento de aprender a no pedir que las cosas se
resuelvan de la manera que quisiéramos que resultaran, sino
pedir en su lugar que Dios nos ayude a aceptar los cambios y
nos ayude a ver las opciones.

19.- Buscá las puertas abiertas.
Estamos a veces tan cegados por nuestra propia cólera, dolor o
desgano que no vemos las "nuevas puertas" que se abren.
Todos hemos oído la frase "Cuando una puerta se cierra, otra se
nos abre". Creo que es verdad; pero sucede que a veces no
estamos dispuestos a dar vuelta al picaporte.
Es fácil pensar ""¿Qué de bueno podría venir de esta pérdida?" y
sin embargo cada día oímos historia de gente que ha superado
batallas físicas, mentales y emocionales para alcanzar contra
todas las probabilidades objetivos impensados. Leé sobre
algunos "milagros médicos" y vas a tener una buena idea de lo
que hablo. Leé la vida de Helen Keller y no vas a tener ninguna
duda.

20.-Cuando tengas una buena parte del camino ya recorrida
hablales a otros sobre tu experiencia.
No minimices la pérdida, ni menosprecies tu camino. Contar lo
que aprendiste en tu experiencia es la mejor ayuda para sanar a
otros haciéndoles más fácil su propio recorrido, e
increíblemente facilita tu propio rumbo.

fuente: "El camino de las lagrimas" por Jorge Bucay

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